Friday 21 February 2014

"Shame" por Steve McQueen

“Intenta no hablar. Intenta solo escuchar o pensar, para variar.” Shame


Brandon tumbado en la cama. Coge el metro para ir al trabajo, y en el camino se queda mirando a una mujer, la sigue, pero ella acaba desapareciendo entre la multitud. Llama a una prostituta en su casa. Se hermana le llama continuamente y deja mensajes en el contestador. Ya en el trabajo, le informan a Brandon de que su ordenador tiene virus.

Así es el comienzo de Shame (2011), el filme dirigido por Steve McQueen y escrito también por él junto con Abi Morgan.

La película trata de la obsesión de Brandon, un hombre que en su treintena, solo piensa en el sexo. Se pasa el día viendo porno, masturbándose hasta en el trabajo, teniendo sexo con prostitutas, etcétera.

Llega un día en el que su hermana Sissy decide instalarse en su casa, invadiendo así su espacio. Desde ese momento su vida anterior se altera. Ella descubre la doble vida de Brandon, y él tratará de ponerle fin.
Así, se transmite una reflexión sobre distintos temas como la adicción, la familia, y por supuesto la vergüenza, que es a lo que se hace mención en el título de la película. Es precisamente la vergüenza a mostrar el placer carnal, algo así como un tabú en nuestra sociedad.

Todo ello se traslada a la pantalla con una puesta en escena no solo original, sino también cuidada y acertadísima. Se caracteriza por un ritmo pausado, un estilo particular y algo conceptual. Respecto al sexo, se muestra de forma explícita, pero está justificado por el tipo de historia, que lo requiere.
Eso no habría sido posible sin un guion sobre el que sustentarse. Se trata en efecto de otro de los puntos fuertes de la película, aunque aún hay más. Su interés reside en el retrato del protagonista y de su compleja vida y psicología. Esto se muestra más a través de las imágenes que de las palabras. De hecho, en una conversación se afirma lo siguiente:
“Lo que cuentan son los hechos, no las palabras.”

La estructura está alterada temporalmente, es decir, que los hechos no se presentan siempre de forma cronológica. Lo que se hace es basarse en una lógica de los procesos por los que pasa el protagonista, y es el espectador el que reconstruye la línea de tiempo.
El metro se presenta como una metáfora. En definitiva, la película es como un viaje; un viaje por la vida de su personaje principal y sus diferentes fases psicológicas, que se corresponden con las estaciones. Ese tren es entonces un lugar en el que incluso te puedes quedar encerrado, del que es difícil salir; y que puede provocar que llegues tarde.

También es simbólico que la película comience y termine en el mismo lugar, y con una situación prácticamente idéntica, lo cual es muy significativo para entender la transformación o  la inmutabilidad del protagonista.
Merece la pena detenerse en la dirección de fotografía, una magnífica tarea llevada a cabo por Sean Bobbitt. Los momentos en los que prevalece el amarillo coinciden con los momentos más cálidos, como cuando Sissy canta.

No obstante, lo que prevalece a lo largo de la cinta son los colores fríos, especialmente el azul, y es que la vida del protagonista es efectivamente fría, y sus relaciones sociales también lo son. En un determinado momento aparece el rojo, y es cuando el deseo y la lujuria llegan al límite.
Y por último, pero no menos importante está el reparto. Es reducido, pero con unas interpretaciones soberbias. Michael Fassbender en el papel de Brandon y Carey Mulligan en el de su hermana Sissy. También podemos ver a James Badge Dale y a Nicole Beharie, y unos pocos más.

En resumidas cuentas, esta es una gran obra con un aire independiente, y que es difícilmente superable en casi todos sus aspectos. Más original y alternativa que la posterior 12 años de esclavitud (2013) y, sin embargo, menos reconocida por la crítica.


 “No somos malas personas. Solo venimos de un lugar malo.” Shame


LAS OPINIONES SON RESPETABLES PERO DEBATIBLES

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